Introducción:
La ruta de hoy nos lleva hasta el Caserío de Las Palmas de Anaga,
situado en la costa noreste del Macizo de Anaga, en la isla de Tenerife. Sólo
se puede llegar caminando, ya que carece de otras vías de comunicación.
Como
llegar:
Desde el barrio marinero de San Andrés subimos por la carretera de El
Bailadero, denominada TF-12, hasta el punto kilométrico 12, aproximadamente,
donde nos encontraremos un cruce con la señalización de Chamorga. Avanzamos y, a pocos metros del cruce, se encuentra el Mirador de El Bailadero desde el cual
podemos observar unas impresionantes vistas del Valle de Taganana, Roque Amogoje, Roque de Enmedio, Roque de Las Ánimas
y Taborno. Reanudamos la marcha
y nos adentramos en el Parque Rural de
Anaga. Dejamos atrás el Albergue Montes de Anaga, a nuestra izquierda
seguimos teniendo vistas de Taganana y a nuestra derecha el litoral de San
Andrés. Tras 12 kilómetros de sinuoso camino llegamos a Chamorga, no sin antes
dejar atrás el Caserío de Las Bodegas, La Cumbrilla y un corto túnel. Dejamos el coche en la
parada del bus, detrás de la Ermita y Plaza de Chamorga. Seguimos por la
carretera, contemplando a nuestra izquierda cuatro hermosos dragos, los cuales
han sido plantados por los vecinos, y llegamos al Bar Casa Álvaro.
Itinerario:
(11,34 h.) Salimos por el camino que se encuentra a la izquierda del
Bar, subiendo rumbo a Montaña Tafada,
con 603 metros de altitud. Al coronar la ladera del Roque Pitón giramos a la izquierda.
Posteriormente ascendemos por una escalera de piedras, Paso de Las Burras, vallada en algunos
tramos del recorrido, divisando a nuestra derecha el sendero que lleva al
poblado de Roque Bermejo. Pronto alcanzamos las Casas Tafadas, punto de encuentro de varios senderos, procedentes
de Cabezo del Tejo, Faro de Anaga,
Chamorga y Las Palmas de Anaga. Antes de alcanzar esta antigua construcción,
que antaño sirvió de granero, albergue de jornaleros y almacén de productos agrícolas, nos
encontraremos el sendero que sube hacia el Mirador de Cabezo del Tejo y otro camino,
señalado con un aspa, que nos conduce a Las Palmas de Anaga. Continuamos
nuestra ruta bordeando la casa por la derecha e iniciando el descenso hacia el
Faro de Anaga. El sendero está bien señalizado en esta parte de la ruta.
(12,20 h.)
Avanzamos unos metros y ya podemos divisar, a lo lejos, los Roques de Anaga (Roque de Dentro o Roque de Tierra y Roque de Fuera). Nos
encontramos en Montaña de La Cruz, donde los verodes se han adueñado del lugar.
Seguimos el sendero de la costa y divisamos, al fondo, el Faro de Anaga *. Tras un prolongado descenso por un abrupto camino,
con el mar a nuestra izquierda, llegamos al Faro. A la derecha, en la costa, podemos
observar el caserío de Roque Bermejo. Este
enclave es un poblado costero que se encuentra en el Parque Rural de Anaga,
cuenta con un pequeño muelle, el cual servía para desembarcar los suministros
del antiguo faro, una ermita dedicada a
la Virgen de Candelaria, tierras de cultivo y varios caseríos. La mencionada
ermita se encuentra actualmente bastante abandonada y el techo de tejas ha
desaparecido.
El sendero
de la izquierda nos lleva a los Roques de Anaga, Las Palmas de Anaga y El Draguillo.
Continuamos por este camino de la costa (con el mar ahora a nuestra derecha) y
nos encontramos con una cueva natural, flanqueada por paredes de piedras, donde
podemos detenernos para reponer fuerzas.
(13,00 h.) Reanudamos
la marcha y pronto nos encontramos de frente con un solitario drago, al lado de
un cañaveral. También nos encontraremos con la Fuente del Junquito y un altar
dedicado a Nuestra Señora de Lourdes. Pasamos por debajo de una gran roca, dejando
el drago a la izquierda, avanzamos y observamos los
Roques de Anaga de forma más nítida y cercana, apreciando todo su esplendor y sus aguas cristalinas.
Desde
nuestra atalaya divisamos casas y eras abandonadas, Las Breñas – Los Orobales, vestigios
de lo que fueron estas tierras antaño: cultivos de batata, trigo y viñas.
Iniciamos un sinuoso descenso, dejando atrás un viejo lagar, zona conocida como
Las Breñas, y una casa abandonada debajo de una roca. Este viejo lagar se
utilizaba para tratar la uva, repartiendo el mosto posteriormente por los
caseríos de Anaga. Giramos a la izquierda en la zona de piteras y cruzamos el
siguiente barranco. Ascendemos por el cauce de Barranco de El Higueral y continuamos subiendo por el borde del acantilado; hay un punto desde el cual se puede ver la costa de Taganana.
(13,50 h.)
Llegamos a Las Palmas de Anaga y comenzamos
a subir por detrás de la primera casa que encontramos, dejando el Roque Aderno (460 metros de altitud) a
la izquierda. En un terreno plagado de pencas y tuneras hay un desvío, a la
derecha, que conduce a lo que antaño fue una Gran Hacienda, dedicada sobre todo
al cultivo de la viña. Nos entretenemos un rato paseando por sus estancias y
sus patios. También descubriremos en un anexo, la Ermita de San Gonzalo de Amarante. Subimos por el camino trasero de
esta casona o volvemos al sendero. Bordeamos la última casa por el lado del
barranco (no seguir los senderos de la izquierda que llevan todos al barranco)
y enseguida nos damos cuenta de lo tortuoso y exigente que se presenta el
ascendente camino, sin ninguna señalización; desde aquí la orografía del
terreno muestra grandes dificultades, tanto por su verticalidad como por los
obstáculos que nos encontramos en el trayecto. Frente a nosotros se encuentran
el Roque Icoso y Cabezo del Tejo.
(14,20 h.).
Seguimos subiendo ya que tenemos que llegar a la mitad de la montaña y buscar
un sendero a la izquierda, el cual nos llevará hasta las Casas de Tafada. Nos abrimos
paso entre zarzales y ramas que cruzan nuestra ruta, es casi obligatorio llevar
pantalón largo en este tramo si no queremos acabar con las piernas maltrechas,
buscando en muchas ocasiones el camino. En
nuestro trayecto nos encontramos una cueva: dentro hay asientos y la puerta tiene
un trozo de madera en lo alto de los puntales para evitar que caigan piedras y
bloqueen el acceso al interior. Tomamos el sendero de la izquierda para seguir
ascendiendo y llegar a otra cueva, semicerrada con piedras. Todos los indicios
nos confirman que esta vía hace tiempo que no se utiliza. Continuamos poniendo
mucho cuidado a partir de aquí, por lo estrecho y erosionado que está el
terreno, totalmente en pendiente, con poco espacio para pisar con firmeza y
poniendo a prueba nuestra paciencia. El sendero nos da una tregua, avanzando
ahora en horizontal por una vereda cubierta de ramas, en forma de túnel.
(14,55 h.) Alcanzamos
una zona totalmente cubierta de enormes verodes a ambos lados del camino, la
cual podría llamarse, perfectamente, Camino
de los Verodes. Llegamos a un saliente rocoso, situado por detrás del Roque
Aderno, y coronamos la montaña, pasando por una cueva. Observamos la costa a
nuestros pies. Seguimos en horizontal por la ladera de la montaña y
desembocamos en una zona rocosa, desde donde se pueden ver las Casas de Tafada
en el otro lado del barranco.
(15,24 h.) En la zona rocosa es fácil perder el camino, por lo que debemos extremar las precauciones. Nos
reincorporamos al camino y llegamos a las Casas de Tafada por el sendero
señalizado con un aspa (X) que vimos al principio del recorrido. Ascendemos por
el camino de la derecha hasta Chamorga.
Observaciones:
Llegamos a nuestro destino siendo las 16,05 horas. La vegetación difiere
según las zonas por las que pasamos: tabaibas, cardones, lechugas de mar,
líquenes, dragos, higueras, tuneras y piteras en la zona de costa; Laurisilva
*(Monteverde) en las zonas de interior.
En cuanto a la fauna podemos encontrarnos con mirlos, herrerillos, canarios, petirrojos, perdices, conejos, cabras, gaviotas, roedores, perenquenes, palomas salvajes y pequeñas rapaces, como el ratonero común.
En cuanto a la fauna podemos encontrarnos con mirlos, herrerillos, canarios, petirrojos, perdices, conejos, cabras, gaviotas, roedores, perenquenes, palomas salvajes y pequeñas rapaces, como el ratonero común.
El desnivel
de esta ruta ronda los 600 m. y la duración está en torno a las 5,00 horas,
aproximadamente. La distancia recorrida ronda los 12 kms. No es aconsejable ir
con niños por lo peligroso del sendero, en algunos tramos. La ruta es circular.
Mas
información:
Faro de Anaga: su torre llega a los 12 metros de altura y su óptica tiene un alcance de 40 kms; tiene la particularidad de ser de doble lente y es la única de este tipo en Canarias. En sus orígenes se alimentaba de aceite, posteriormente de petróleo y, en la actualidad, de placas fotovoltaicas.
Laurisilva: el bosque de Laurisilva está compuesto de grandes árboles y plantas trepadoras, cuyas hojas se parecen a las del laurel (hojas lancoladas, muy anchas, duras y perennes), de lo que deriva el mencionado nombre de Laurisilva. Los Alisios, de componente noreste, son los vientos dominantes en Canarias. No son vientos que suelen originar lluvias abundantes, pero si están cargados de humedad. Cuando éstos vientos ascienden por las laderas de las montañas más altas, el aire húmedo se condensa y se forman masas nubosas, denominadas “Mar de Nubes”.
Estas formaciones
reducen y suavizan las temperaturas. Es en este entorno donde ha sobrevivido la
Laurisilva, que es una formación
boscosa compuesta de especies con hojas de tipo laurel (viñátigos, tiles,
sanguinos, laureles, barbusanos, adernos, mocanes, delfinos y palos blancos),
perennes y que se corresponden con las zonas orientadas al norte , entre 400 y
1200 metros de altitud, con temperaturas muy suaves todo el año, entre 12º y
14º C de media, y sin abundancia de precipitaciones; es el bosque de Laurisilva el que actúa de esponja,
atrapando el agua entre su densa vegetación y aportando gran cantidad de agua
al suelo.
Por debajo de la Laurisilva se encuentra el Fayal – Brezal
(acebiños, brezos, torviscas, fayas). Al conjunto formado por la Laurisilva y el Fayal – Brezal es lo que se denomina Monteverde. Aunque
tradicionalmente se empleaba el término de laurisilva (que en latín significa
‘bosque de laureles’) para denominar a este bosque propio de los archipiélagos
atlánticos de Canarias, Madeira y Azores, actualmente se prefiere usar el
término de Monteverde.
También destacar las flores y hierbas que constituyen el
sotobosque, donde tenemos el bicácaro, bejeques, verodes, zarzas, hiedras y los
helechos, entre otros.
Santa Cruz de Tenerife a 13 de Febrero
de 2012
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