martes, 10 de julio de 2012

Igueste de San Andrés - Playa de Antequera


Desde la Playa de las Teresitas nos dirigimos a Igueste de San Andrés por la carretera del barrio de El Suculum; dejamos atrás la Playa de Las Gaviotas y llegamos a nuestro destino después de recorrer 5 kms. por la TF-121. Dejamos el coche cerca de la parada de la guagua ( línea 945 o para más información  www.titsa.es ) sin obstruir el giro que realiza al final del trayecto.

Comenzamos la ruta saliendo por detrás de la Iglesia, recorriendo las estrechas calles y llegando al Camino del Cementerio. En la señalización de sendero, tomamos la senda de la izquierda y comenzamos a subir en zigzag por un camino empedrado. Este trecho del itinerario es el más complicado, por su verticalidad. Desde un saliente rocoso, en una de las múltiples curvas, podemos admirar unas panorámicas impresionantes de Igueste, Santa Cruz, el fondeadero de barcos y los Montes de Anaga. También observamos en nuestro trayecto varios diques magmáticos que atraviesan el camino.
Pronto llegamos a la intersección que nos lleva hasta El Semáforo:  singular edificio que servía de comunicación entre los barcos y el puerto de Santa Cruz de Tenerife, mediante un sistema de señales con banderas . Se encuentra desmantelado y con grandes desperfectos en su interior (pintadas, hogueras, puertas rotas). Esta construcción, todo un coloso del tráfico marítimo internacional, con un sistema único en las islas, está abandonado a su suerte. El edificio pertenece al Estado y por encontrarse en dominio público marítimo – terrestre, las entidades privadas poco pueden hacer.  Desde su patio trasero podemos ver la Ensenada de Antequera y los barcos de recreo en la zona de Zápata.

Seguimos nuestro ascenso hasta coronar la cima en la Casa de Los Atalayeros o Atalaya de Los Ingleses. Desde esta construcción se hacían señales a los barcos que navegaban cerca de la costa y al puerto, la cual se dejó de utilizar cuando se construyó la Estación Marítima de Señales El Semáforo; éste se encuentra en los acantilados, unos centenares de metros más abajo.    
Tomamos el sendero en bajada, que se encuentra a la derecha, a través de una vereda rocosa (no seguir por el camino de la izquierda); al llegar a la horizontal de la ladera, debemos buscar el mojón que indica el comienzo del descenso hacia el Barranco de Zápata. En nuestra última visita colocamos un mojón al lado de unas raíces que invaden el camino. Empezamos a bajar hasta alcanzar las primeras rocas (a nuestra izquierda una solitaria palmera); las bordeamos por la derecha y seguimos la senda por la vertiente derecha. En algunos tramos debemos alternar cruzando el cauce del barranco. El trayecto final del barranco discurre por la zona izquierda y antes de llegar a la Playa de Zápata (150 metros, aproximadamente) el camino se bifurca en dos. Tomamos el sendero de la izquierda, el cual nos lleva a la zona de los acantilados; este tramo requiere máxima atención para no resbalar y precipitarnos por los desniveles existentes; no es peligroso, pero si debemos extremar las precauciones, ya que hay mucha piedra suelta y el camino es estrecho. Desde esta posición tenemos las mejores vistas de todo el entorno: playas, ensenada, Roque de Antequera, acantilados, barcos de recreo.
En media hora alcanzamos nuestro objetivo: la Playa de Antequera.

Tiempo empleado : 3,30 horas.
Distancia recorrida : 5,5 kms.

Debemos tener en cuenta que volver nos costará mas, debido al cansancio acumulado.  

Asunto relacionado :
Existe una leyenda sobre las ensenadas, playas y calas de Punta Anaga, referente a unos tesoros escondidos por un pirata tinerfeño llamado Amaro Pargo, el cual acechaba a sus presas desde estos acantilados:
Cuentan que el capitán Amaro Rodríguez Felipe, popularmente conocido como Amaro Pargo, nació el 3 de Mayo de 1678 en La Laguna. Su infancia y juventud transcurrió influenciada por el auge de la piratería y el pillaje en las costas isleñas, por las cuales navegaban barcos ingleses, franceses, portugueses, holandeses. Entre realidades y leyendas podemos decir que fue comerciante, corsario, pirata y una persona muy devota. De joven quiso ver mundo y se embarcó en las galeras reales, donde aprendió el oficio; su primer viaje en barco lo realizó n 1701, con 23 años, en el navío “Ave María”, como alférez. Debido a su astucia y buen hacer se ganó el favor del capitán, el cual le regaló un barco en 1705. Posteriormente se independizó y se dedicó al comercio marítimo, comprando – requisando otros barcos (“El Gavilán”, “El Clavel”, “El Blandón”), donde se hizo rico tras muchas y arriesgadas aventuras americanas.

Existen dos versiones sobre su vida: por un lado, el comerciante que aprovechó el floreciente comercio con América * (cacao, tabaco, aguardiente, vino, oro), Europa (armas, textiles, pólvora) y África (esclavos para las plantaciones de algodón en América); por otro, el corsario * que se convirtió en pirata, el cual  se enriqueció robando y asaltando barcos que iban y venían del mencionado comercio intercontinental.
Controlaba el tráfico marítimo desde los Roques de Anaga, Punta del Hidalgo o Machado. Acaparó grandes fortunas en monedas, joyas, oro, tierras y tenía grandes haciendas en Tegueste, La Laguna y Machado. Nunca se olvidó de los más necesitados, siendo persona muy caritativa y también fue un gran devoto, donando grandes sumas a la Iglesia.  Murió el 4 de Octubre de 1747, a los 69 años de edad. 

*Corsario: patente de Corso; autorización de su nación, navega bajo su pabellón, persigue a barcos de otras nacionalidades para robarles y quedarse con parte del botín; la otra parte para el gobierno, rey, obispo, terrateniente o noble al que presta sus servicios. Era la forma más fácil y rápida de enriquecerse.


SANTA CRUZ DE TENERIFE A 01 DE JUNIO DE 2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario