Desde la
Playa de las Teresitas nos dirigimos a Igueste
de San Andrés por la carretera del barrio de El Suculum; dejamos atrás la
Playa de Las Gaviotas y llegamos a nuestro destino después de recorrer 5 kms.
por la TF-121. Dejamos el coche cerca de la parada de la guagua ( línea 945 o
para más información www.titsa.es ) sin obstruir el giro que realiza
al final del trayecto.
Comenzamos la
ruta saliendo por detrás de la Iglesia, recorriendo las estrechas calles y
llegando al Camino del Cementerio. En la señalización de sendero, tomamos la
senda de la izquierda y comenzamos a subir en zigzag por un camino empedrado.
Este trecho del itinerario es el más complicado, por su verticalidad. Desde un
saliente rocoso, en una de las múltiples curvas, podemos admirar unas
panorámicas impresionantes de Igueste, Santa Cruz, el fondeadero de barcos y
los Montes de Anaga. También observamos en nuestro trayecto varios diques
magmáticos que atraviesan el camino.
Pronto
llegamos a la intersección que nos lleva hasta El Semáforo: singular
edificio que servía de comunicación entre los barcos y el puerto de Santa Cruz
de Tenerife, mediante un sistema de señales con banderas . Se encuentra
desmantelado y con grandes desperfectos en su interior (pintadas, hogueras,
puertas rotas). Esta construcción, todo un coloso del tráfico marítimo
internacional, con un sistema único en las islas, está abandonado a su
suerte. El edificio pertenece al Estado y por encontrarse en dominio público
marítimo – terrestre, las entidades privadas poco pueden hacer. Desde su patio trasero podemos ver la Ensenada
de Antequera y los barcos de recreo en la zona de Zápata.
Seguimos
nuestro ascenso hasta coronar la cima en la Casa de Los Atalayeros o Atalaya
de Los Ingleses. Desde esta construcción se hacían señales a los barcos que
navegaban cerca de la costa y al puerto, la cual se dejó de utilizar cuando se
construyó la Estación Marítima de Señales El Semáforo; éste se
encuentra en los acantilados, unos centenares de metros más abajo.
Tomamos el
sendero en bajada, que se encuentra a la derecha, a través de una vereda rocosa
(no seguir por el camino de la izquierda); al llegar a la horizontal de la
ladera, debemos buscar el mojón que indica el comienzo del descenso hacia el
Barranco de Zápata. En nuestra última visita colocamos un mojón al lado de unas
raíces que invaden el camino. Empezamos a bajar hasta alcanzar las primeras rocas
(a nuestra izquierda una solitaria palmera); las bordeamos por la derecha y
seguimos la senda por la vertiente derecha. En algunos tramos debemos alternar
cruzando el cauce del barranco. El trayecto final del barranco discurre por la
zona izquierda y antes de llegar a la Playa de Zápata (150 metros,
aproximadamente) el camino se bifurca en dos. Tomamos el sendero de la
izquierda, el cual nos lleva a la zona de los acantilados; este tramo
requiere máxima atención para no resbalar
y precipitarnos por los desniveles existentes; no es peligroso, pero si
debemos extremar las precauciones, ya que hay mucha piedra suelta y el camino
es estrecho. Desde esta posición tenemos las mejores vistas de todo el entorno: playas, ensenada, Roque de Antequera, acantilados, barcos de recreo.
En media
hora alcanzamos nuestro objetivo: la Playa
de Antequera.
Tiempo
empleado : 3,30 horas.
Distancia
recorrida : 5,5 kms.
Debemos tener en cuenta que volver nos costará mas, debido al cansancio acumulado.
Asunto
relacionado :
Existe una
leyenda sobre las ensenadas, playas y calas de Punta Anaga, referente a unos tesoros escondidos por un pirata
tinerfeño llamado Amaro Pargo, el cual
acechaba a sus presas desde estos acantilados:
Cuentan que
el capitán Amaro Rodríguez Felipe, popularmente conocido como Amaro Pargo, nació el 3 de Mayo de 1678 en La Laguna. Su infancia y
juventud transcurrió influenciada por el auge de la piratería y el pillaje en
las costas isleñas, por las cuales navegaban barcos ingleses, franceses,
portugueses, holandeses. Entre realidades y leyendas podemos decir que fue
comerciante, corsario, pirata y una persona muy devota. De joven quiso ver
mundo y se embarcó en las galeras reales, donde aprendió el oficio; su primer
viaje en barco lo realizó n 1701, con 23 años, en el navío “Ave María”, como alférez. Debido a su astucia y buen hacer se ganó el
favor del capitán, el cual le regaló un barco en 1705. Posteriormente se independizó y se
dedicó al comercio marítimo, comprando – requisando otros barcos (“El
Gavilán”, “El Clavel”, “El Blandón”), donde se hizo rico tras muchas y
arriesgadas aventuras americanas.
Existen dos
versiones sobre su vida: por un lado, el comerciante que aprovechó el
floreciente comercio con América * (cacao, tabaco, aguardiente, vino, oro), Europa (armas, textiles, pólvora) y África (esclavos para las plantaciones de algodón en América);
por otro, el corsario * que se convirtió en pirata, el cual se enriqueció robando y asaltando barcos que
iban y venían del mencionado comercio intercontinental.
Controlaba
el tráfico marítimo desde los Roques de Anaga, Punta del Hidalgo o Machado. Acaparó
grandes fortunas en monedas, joyas, oro, tierras y tenía grandes haciendas
en Tegueste, La Laguna y Machado. Nunca se olvidó de los más necesitados,
siendo persona muy caritativa y también fue un gran devoto, donando grandes
sumas a la Iglesia. Murió el 4 de
Octubre de 1747, a los 69 años de edad.
*Corsario: patente de Corso; autorización de su nación, navega bajo su pabellón, persigue a barcos de otras nacionalidades para robarles y quedarse con parte del botín; la otra parte para el gobierno, rey, obispo, terrateniente o noble al que presta sus servicios. Era la forma más fácil y rápida de enriquecerse.
*Corsario: patente de Corso; autorización de su nación, navega bajo su pabellón, persigue a barcos de otras nacionalidades para robarles y quedarse con parte del botín; la otra parte para el gobierno, rey, obispo, terrateniente o noble al que presta sus servicios. Era la forma más fácil y rápida de enriquecerse.
SANTA CRUZ DE TENERIFE A 01 DE JUNIO DE 2012
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